martes, 7 de abril de 2009

Religion


De ayer

Semana Santa en Capatarida

ROLANDO MAVAREZ N.

En mi querido terruño, Capatarida, cuando sus hijos en sus moradas de noche, se alumbraban con una lámpara de gasolina, o de kerosén, sus calles eran de tierra y solo una tenía cemento, la calle de cemento, hoy Buchivacoa, cuanto que contar hay. La gente se recogía muy temprano, en la noche a descansar de las faenas diarias y se levantaba muy temprano, con el canto de los gallos que moviendo sus alas lanzaban ese quiquiriquí, que llamaba a la gente a levantarse a sus labores.

Recordamos celebraciones religiosas como el Corazón de Jesús, Virgen de Lourdes, del Rosario, que se hacían con mucha pompa, Vísperas, Ave María, Misa, Procesión y una pequeña retreta de músicos: Amílcar, Asdrúbal, José Abel Norano, Pedro Manuel, mi recordado padre, Leoncio, ellos estaban siempre prestos a tocar, hubiera o no, para pagar lo que amenizaran, sin embargo algo le obsequiaban a estos recordados de la música,

En tiempos de Semana Santa que comenzaba en la cuaresma con aquellos viacrucis dentro de la iglesia, recuerdo que las estaciones de este viacrucis eran unos cuadros que representaban la pasión y muerte de Jesús. En cada estación, el padre Salón, Sánchez, o Dacosta rememoraban los acontecimientos que ocurrieron hace mucho tiempo y culminaron con la crucifixión y muerte del enviado de Dios, Jesús de Nazaret. El viernes santo el padre, de pie en el púlpito, recordaba los últimos minutos de vida de Jesús, con las 7 palabras, recuerdo un año que le tocó esta responsabilidad a un padre italiano que tenía una gran capacidad para este sermón, le hizo brotar lagrimas a los fieles asistentes, a este acto, este fue el Padre Rotta.

En Capatarida se comenzaba a organizar la celebración de la Semana Santa con mucha antelación. El sacerdote convocaba a los feligreses a reunirse en el templo para nombrar una junta que se encargaría de todo el trabajo para la celebración: Se hacia el programa a desarrollar y este se hacía llegar a todos los hijos del pueblo dentro y fuera de la población. Se nombraba al Sr. Hernán Díaz y este se encargaba de llevar dicho programa a la gente de Dabajuro, Mene de Mauroa y se enviaban con voluntarios a Maracaibo, Cabimas, Coro y así en esta forma se recogía la regalía para el sacerdote, los músicos, el cantor, los monaguillos, el campanero, las palmas etc. En los tiempos de la cuaresma siempre se oía en el pueblo decir: fulano oyó o la llorona, sultano vio la bola de fuego. La gente no mencionaba nada de playa, todo lo contrario, se decía que en Semana Santa era muy malo bañarse en la playa, porque se volvía pescado.

Las misas eran por la mañana, la iglesia se colmaba de gente que venía de muchas partes, las procesiones eran por la noche, al compás de las marchas religiosas que acompañaban el pum… pum… de la tambora de Juancho Ramírez. Esta semana mayor se desarrollaba con las misas y las procesiones que fueron invitando gente, inclusive, de los andes venezolanos, por lo imponente que eran estas. Recordamos a partir del jueves santo aquella desaparecida matraca que se tocaba en señal de duelo, las campanas volvían a tocar el domingo de gloria, día en que un hombre muy popular en Capatarida, Pedro Mavare, colocaba en la baranda de la plaza, al frente de la Iglesia, un muñeco que representaba al que vendió a Jesús, al traidor Judas Iscariote.

1 comentario:

  1. La prosa siempre inspirada de mi apreciado compadre Rolando Mavarez nos transporta a la Capatàrida de ayer.Esa Capatàrida que muchos añoramos.Estos recuerdos deben permanecer vigentes,en especial,en las nuevas generaciones,quienes son los llamados a construir,con sus esfuerzos,una Capatàtrida que tenga proyeccion al futuro.Hernàn Rodrìguez

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